Las mamás solo quieren divertirse

Alana está devastada. Su esposo, Richard, la ha estado engañando y no tiene a nadie más con quien abrirse, excepto el buen samaritano del vecindario, Jordan. Jordan hace todo lo posible para consolarla, pero cuando ella confiesa que lo único que realmente la animará es su polla gorda en su apretado chocho, basta con decir que está más que dispuesto a ayudar.